sábado, 26 de junio de 2010

JEREMÍAS, EL PROFETA SUFRIENTE

JEREMIAS 29, 11-13

YO SÉ LOS PLANES QUE TENGO PARA USTEDES, PLANES PARA SU BIENESTAR Y NO PARA SU MAL, A FIN DE DARLES UN FUTURO LLENO DE ESPERANZA.

YO, EL SEÑOR LO AFIRMO. ENTONCES USTEDES ME INVOCARÁN, Y VENDRÁN A MÍ EN ORACIÓN Y YO LOS ESCUCHARÉ.

ME BUSCARÁN Y ME ENCONTRARÁN PORQUE ME BUSCARÁN DE TODO CORAZÓN.

Jeremías es escogido para hablarle a un pueblo que había desobedecido.
La época en que vive Jeremías (627 al 587 a. C.) es un momento trájico para Judá: Babilonia surge como una gran potencia y poco a poco va dominando las tierras y pueblos que se encuentra a su paso. Egipto teme la amenaza Babilónica y procura utilizar a Judá como un tapón que ayude a bloquear la invasión de Babilonia sobre su territorio. Judá es un torbellino político. Y en esas circunstancias surge la voz del profeta Jeremías para hacer escuchar la voz de Yahvé.

Entre el capítulo 23 al 30, el anuncio es esperanzador: Dios visitará al pueblo en medio del dominio Babilónico para hacer cumplir su promesa: promesa de restauración, de libertad, de amor sobre su pueblo elegido. Los pensamientos de Dios sobre su pueblo son de paz y no de desgracia. Le recuerda a su pueblo que en él está la esperanza de su porvenir. El pueblo invocará a Yahvé, y Él en su infinita misericordia y amor le responderá, lo invocará y lo encontrará.

Debemos descubrir y encontrar en nuestra vida a Dios, pero no un Dios de los que creen en un Dios castigador, opresor, dictador. Es necesario tener la experiencia de Dios que es Amor, Dios que es misericordioso. De ahí que Dios hace hombres y mujeres verdaderos, que aman, que viven felices, que saben perdonar, que obran con Espíritu.

El amor de Dios rompe con la opresión y con la esclavitud. En este Amor se manifiesta la plenitud de la alianza que establece Dios con el hombre.

Otros textos: Isaías 55, 6 - 9. 2 Crónicas 15, 2- 4. Sabiduría 6, 12 -13. Deuteronomio 4, 29 - 31. Amós 5, 4 - 5.

Estamos llamados a ser libres. Quien ama es libre, quien no ama es un esclavo. Por eso debemos vivir según el Espíritu. El dolor, los problemas, las enfermedades, son consecuencias de la falta de amor. La falta de amor nos hace celosos, envidiosos, débiles, quejumbrosos, chismosos, todas esas cosas son la Babilonia que nos esclaviza y nos somete al sufrimiento.

El amor de Dios es la fuerza de la vida. El hombre es plenamente hombre cuando ama. Amar es ser invadido por el amor Trinitario, y no hay amor verdadero sin oración.

Dios te ama como Padre amoroso, de manera personal e incondicional: "No tengas miedo, te he llamado por tu nombre, eres mío, vales mucho para mí. Te aprecio y te amo. No temas, que yo estoy contigo." Isaías 43, 1 -5.
Es eterno su amor y su fidelidad dura por siempre. Y en María, tu Madre amorosa, descubres el rostro maternal de Dios.

Pregúntate ahora: ¿Qué me impide experimentar el amor de Dios?.

PCR.

Imperios externos:
El dios dinero, los reinos o naciones que invaden a otros, como los asirios, los persas, los babilonios, los romanos, los ingleses, los Estados Unidos, etc.

Imperios internos:
Los vicios, las debilidades, la lujuria, el egoísmo, la vanidad y el yo falso, la vieja naturaleza.