miércoles, 24 de noviembre de 2010

¿DEMOSTRAMOS QUE LA VIDA RECIBIDA DE CRISTO ES NUEVA?

Hablar de la vida nueva y de los anhelos o esperanzas que ella presenta es un asunto sencillo y común en el lenguaje de todos los que nos hacemos llamar CRISTIANOS.

GÁLATAS 5, 16-18.
EFESIOS 4, 17-24.

El problema no radica en saber si cada miembro de la comunidad cristiana sabe esto. La mayor dificultad está en demostrar con la vida misma si cada uno siente total disponibilidad y si tiene la suficiente capacidad de experimentarla y vivirla a plenitud en Espíritu y verdad.

Preguntémonos:
¿Hasta dónde alcanzan mis esfuerzos humanos?
¿Qué soy capaz de hacer y de alcanzar?
¿Desde que conozco la Palabra de Dios, la he podido vivir?
¿Mi vida cristiana es realmente auténtica?
Frente a éstas y otras preguntas que nos podemos hacer, vale la pena hacer un balance de CÓMO TRANSCURRE NUESTRA VIDA CON EL SEÑOR.
Y si descubro que mi vida sigue igual y que muchos de mis comportamientos negativos y equivocados persisten, entonces puedo descubrir que me he estado engañando a mí mismo y a los demás tratando de llevar un cristianismo de cumplimientos y normas litúrgicas, morales y exteriores que no me conducen sino a calmar mi conciencia y a lograr sentir que mis emociones están apaciguadas, como el agua que notamos en la superficie de un lago tranquilo.
Hablemos de la DISPONIBILIDAD que debe haber en cada uno de nosotros para que el Señor lleve a cabo su plan de salvación.
"Por lo tanto, ya que ustedes han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde Cristo está serntado a la derecha de Dios, piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes murieron, y Dios les tiene reservado el vivir con Cristo. Cristo mismo es la vida de ustedes. Cuando Él aparezca, ustedes también aparecerán con Él llenos de Gloria. Colosenses 3, 1-4.
Es decir, aquel que vive sumergido en la gracia del Señor, que le experimenta, que lo siente en su diario vivir, aquel que siente en sí mismo la Resurrección del Señor, solo se preocupa por hablar de las cosas del cielo, por buscarlas, y su mayor afán es la vida cristiana, no sus problemas y dificultades.
Una persona que habla mucho de sus problemas, de sus afanes, de sus intereses, y en todo momento enfatiza en ellos, realmente no está disponible para recibir el mensaje de Salvación, pues todos ellos son la puerta cerrada que no dan paso a la vida cristiana.
Muchos de nosostros pedimos a los hermanos que oren por este problema o por aquel otro... ¡Claro! Hay que orar en todo momento, pero esa oración debe ser confiada y abandonada en la voluntad del Señor para que se cumpla lo que deseamos. De lo contrario estaremos negando el poder del Señor a través de nuestra misma oración. Además, como nos dice la Palabra: CRISTO MISMO ES LA VIDA DE USTEDES.
Si Cristo es la vida misma, ¿por qué he de preocuparme? ¿Por qué no doy testimonio de aquel que vive en mí?
Todo por la falta de disponibilidad en mi vida.

PCR.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Verbum Domini 60


La predicación debe ir acompañada del testimonio!
De lo contrario es estéril.